Paraná, 19 y 20 de noviembre de 2009

La universidad se re-abre después de algunas décadas a la cuestión de la politicidad de la ciencia. Esto sucede en el contexto de los actuales rechazos a de 19 Facultades del país y una universidad a recibir fondos de la explotación minera.

Y esta apertura se instala para pensar el sentido de la "utilidad social del conocimiento" producido en la universidad poniendo en discusión un sentido ofertista de la relación conocimiento-sociedad fundado en la concepción de "transferencia", pero sumando novedades que resultan imprescindibles pensar en relación a la democratización del conocimiento.

De este modo los universitarios y los no universitarios necesitamos reflexionar, discutir, poner en el centro del trabajo: Qué conocimiento para qué política, con quiénes producimos conocimiento y hacemos política.

Reencontramos en la preocupación por no ser cómplices de las políticas de expoliación minera nos impone la pregunta acerca de qué ciencia, qué política, qué universidad, con quiénes para un porvenir que merezca ese nombre.

El 19 y 20 de noviembre nos convocamos entre universitarios y las diferentes organizaciones en lucha para pensar y producir nuevas articulaciones sociales, como forma de ponernos en otros espacios desde donde ser interlocutores de nuestro tiempo.

Los documentos que publicamos en el blog se proponen para el debate a la espera de nuevos aportes.

Comisión universitaria interclaustros contra los fondos mineros - UNER

martes, 27 de octubre de 2009

Ecuador: Declaración del Encuentro de los Pueblos por al vida - enero/2007

Sígsig, Cuenca, Gualaquiza, ECUADOR, 31/01/07. DECLARACIÓN DEL ENCUENTRO DE LOS PUEBLOS POR LA VIDA
ECUADOR, enero 2007

"La vida individual es transitoria, pero la aventura del sistema vivo y de las identidades colectivas trasciende en el tiempo... La ética de la sustentabilidad coloca a la vida por encima del interés económico-político o práctico-instrumental... es una ética para la renovación permanente de la vida, donde todo nace, crece, enferma, muere y renace. La preservación del ciclo permanente de la vida implica saber manejar el tiempo para que la tierra, se renueve y la vida florezca en todas sus formas conviviendo en armonía en los mundos de vida de las personas y las culturas."
Manifiesto por la Vida, mayo 2002

LA DEVASTACIÓN

Nuestro planeta atraviesa por una gran crisis ambiental, producto de un sistema depredador, que a pretexto de crecimiento macroeconómico, desarrollo, progreso y más falacias, ha conducido al empobrecimiento masivo de la población, a la exclusión y la injusticia social, a la destrucción de los ecosistemas, a la mercantilización de la vida poniendo precio y apropiándose de la biodiversidad y de los conocimientos ancestrales, irrespetando nuestras culturas, imponiéndonos su modelo consumista y un estilo de vida insustentable.

La globalización neoliberal que cobija la codicia de las corporaciones empresariales, ha llevado a límites insostenibles las más grandes disparidades: la concentración de la riqueza en contados grupos de poder a nivel nacional y mundial a costa de la miseria y carencia del sustento básico en los hogares, la brecha cada vez mayor entre países ricos y pobres por la expoliación persistente de su patrimonio natural y humano, la contradicción entre la generación de alto nivel en ciencia y tecnología coexistiendo con el hambre y las enfermedades del subdesarrollo.

Los grandes intereses económicos ligados al poder político, subyugan a los pueblos y países valiéndose de instrumentos y organismos internacionales, tales como la OMC, que promueve el comercio de la biodiversidad, y los organismos financieros multilaterales (Banco Mundial, FMI, BID y otros) que imponen las concesiones para explotación minera. Es el dominio de las transnacionales mineras, petroleras, hidroeléctricas, madereras... que a su paso han dejado devastación, enfermedades, muerte, apropiación de tierras en pocas manos, explotación de la fuerza de trabajo local, trabajo infantil, desocupación y miseria.

La minería a gran escala — de concesión exclusiva a las transnacionales — causa gravísimas e irreversibles consecuencias sobre el ambiente y la salud de la población, socavan los valores culturales y éticos, destruyen tradiciones vitales para el sostén de la solidaridad y unidad de las comunidades y familias, generan conflictos y problemas sociales como el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, el juego de azar, la violencia intrafamiliar contra la mujer y niños/as.

No existe un solo ejemplo a lo largo y ancho del mundo, en el que luego de la explotación minera de las transnacionales, las poblaciones tengan el ansiado progreso, hayan elevado su calidad de vida, exista la remediación ambiental prometida; todo lo contrario, lo único que queda son las migajas de pequeñas donaciones, mayor empobrecimiento ambiental y humano. Cuando se agotan los yacimientos de minerales las comunidades se quedan con tierras devastadas, quiebran las pequeñas economías de subsistencia con el abandono de la actividad agropecuaria para dar paso a prácticas consumistas, se fomenta la migración de los trabajadores rurales para volverlos esclavos de las mineras y se vulnera en todos los sentidos la vida de hogares campesinos e indígenas.

La destrucción generada por las mineras transnacionales abarca graves daños a fuentes de recursos hídricos y la apropiación del agua en beneficio de muy pocos. El líquido vital es cada vez más necesario para los pueblos y no se puede continuar entregándolo a las transnacionales.

En el marco de la devastación ocasionada por la minería a gran escala, la situación de las mujeres se ve doblemente afectada por las relaciones inequitativas y la marginación a la que se ve sometida por su desplazamiento de las actividades como productora y recolectora de alimentos y de agua, proveedora de cuidados y criadora. Su carga se ha multiplicado, lo cual es causa de más enfermedad, muchas mujeres se ven forzadas a ingresar en la economía informal para encontrar fuentes adicionales de ingresos.

Todo este panorama genera la resistencia y la protesta de las comunidades y organizaciones que defienden la vida, que promueven un nuevo sistema económico, social y ambiental, que defienden la soberanía. Como contrapartida, los grupos de poder y los gobiernos al servicio de las transnacionales instauran la militarización de las áreas mineras, con operativos combinados de ejército, policía y mercenarios, practicando toda forma de violaciones a los derechos humanos: desapariciones, detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos, violaciones, incendios de aldeas y cosechas, etc.
NUESTRA CONVOCATORIA

Romper con este esquema de "civilización" capitalista en crisis, constituye un imperativo para los pueblos. Las transformaciones profundas que requerimos nos deben conducir a un modelo de desarrollo con auténtica sustentabilidad —económica y ecológicamente sostenible, social y políticamente justo—, de tal forma que preservemos el ciclo de la vida.

Es urgente terminar con el control imperialista sobre el patrimonio natural para así crear y mantener un ambiente saludable para todos y todas. Los gobiernos y los organismos multilaterales, deben dejar de ser cómplices de las transnacionales y el imperialismo. Exigimos la transformación del sistema mundial de comercio para que deje de violar los derechos sociales, ambientales, económicos y de salud de la población y para que empiece a resarcir por todo el daño ocasionado a los países del sur. Exigimos la nacionalización absoluta del patrimonio natural.
Las comunidades, organizaciones y ciudadanas/os partícipes del ENCUENTRO DE LOS PUEBLOS POR LA VIDA, unidos con ese objetivo, demandamos del Estado y del Gobierno Ecuatoriano:

Declarar al Ecuador PAÍS LIBRE DE MINERÍA A GRAN ESCALA, que implica la nulidad de concesiones y el cese inmediato de las operaciones de mineras trasnacionales y sus subsidiarias, ratificando hasta tanto la suspensión de las actividades de minería a gran escala en Morona Santiago, Zamora Chinchipe e Imbabura. Le decimos un rotundo NO a la minería de gran escala y a cielo abierto. ¡Esta posición de los pueblos no es negociable! Demandamos a la par la moratoria en la ampliación de la frontera petrolera. Que las empresas transnacionales y nacionales, las instituciones públicas y las militares, rindan cuentas y respondan económica, social y judicialmente, por sus actividades destructivas y riesgosas que tienen impacto sobre el ambiente y la salud de la población.

Que todas las políticas económicas y los proyectos de desarrollo estén sujetos a evaluaciones con respecto a su impacto en la salud, ambiente, equidad y género, que incluyan medidas regulatorias para asegurar su cumplimiento y no se permita aquellas que tengan algún grado de afectación o impacto negativo. Que se apliquen restricciones y precauciones cuando cualquier tecnología implique amenazas potenciales a la salud y al ambiente.

Construir un nuevo sistema de indicadores de bienestar integral de la población que permita medir y monitorear socialmente el estado de salud y bienestar de la población y de la naturaleza. El PIB como principal indicador de bienestar sintetiza una visión economicista e inequitativa bajo la cual se promueve la inversión extranjera para la destrucción como es la minería a gran escala.
Fortalecer la pequeña producción agropecuaria en el marco de una política de soberanía alimentaria, que garantice el sustento básico para nuestros hogares.

Defender el derecho al agua como un derecho humano. Impedir toda forma de apropiación del agua por parte de las transnacionales, incluyendo la construcción de presas multipropósito que afecten el derecho comunitario al agua, procediendo a la suspensión inmediata y la nulidad de este tipo de concesiones de agua.

Exigimos el retiro inmediato de las fuerzas armadas, militares y paramilitares, de las zonas en conflicto, así como la investigación y sanción ejemplarizadora por sus violaciones a los derechos humanos.

Demandamos se archiven los procesos judiciales instaurados en contra de los dirigentes comunitarios.
Se implementen mecanismos de participación real de las comunidades, con capacidad de decisión y fiscalización en tomo a las políticas y programas que les involucren.

Nos declaramos en rebeldía y abierta oposición al latrocinio y depredación que cometen las mineras transnacionales. Convocamos a todos los pueblos y organizaciones populares del país a unirnos y hacer causa común para frenar este desastre ecológico, económico y social, para defender la vida. En base a lo expuesto, nos constituimos en una coalición de organizaciones y comunidades:

la COORDINADORA POR LA DEFENSA DE LA VIDA Y DE LA SOBERANÍA NACIONAL. Exhortamos a todos los pueblos a integrarse y participar de las siguientes estrategias políticas y organizativas:

Construir redes entre comunidades afectadas por las operaciones mineras, en alianza con otros sectores y organizaciones sociales, manteniendo nuestra movilización permanente en defensa de los objetivos propuestos.

Ejercer mecanismos de presión política para que los gobiernos locales y nacional, den prioridad a los intereses de la mayoría de la población sobre los de las empresas mineras transnacionales.
Promover la investigación y alternativas viables a nivel local y regional, con el apoyo y la asesoría de universidades y centros de desarrollo tecnológico.

Difundir información en forma amplia y sistemática, compartir experiencias sobre las diferentes formas y estrategias de lucha en el ámbito de la minería.

Promover concepciones y prácticas afectuosas y de respeto a la naturaleza, la diversidad cultural y los derechos humanos, a ser trabajadas en la educación formal y no formal.

Realizar campanas de educación para aumentar la conciencia de las comunidades sobre los impactos de la industria minera, la globalización en general y la relación de estos fenómenos con su propia situación.
24-27 de enero de 2007

COORDINADORA POR LA DEFENSA DE LA VIDA Y DE LA SOBERANÍA

sábado, 24 de octubre de 2009

Breve litigio sobre las formas de producción de conocimiento académico. A propósito de la explotación minera

Por Camila Arbuet Osuna

La apropiación de la experiencia política para la producción discursiva académica y/o militante ha tomado nuevos modos, un tanto descuidados por el análisis, que los que se utilizaban en otras décadas. Las dinámicas de producción de conocimiento a partir de lo que hacemos se han anclado en un modo acumulativo de procesamiento de datos que genera parvas de informes deudores ingratos de una experiencia a la que no vuelven. El proceso político que tenemos oportunidad de transitar a partir de la movilización por la problemática minera es vivido como una bocanada de aire fresco a las ya vetustas conclusiones de otros informes en los que se petrificó la radicalidad y el debate.

La práctica de crear comprensión en el diálogo, funcionando como red, agilizando flujos de información y apostando políticamente por una forma de autonomía universitaria que se despegue de la parálisis de la réplica constante para producir en una crítica que nos incluye y nos vincula, genera otro tipo muy diferente de conocimiento. Nos hemos encontrado con otras formas de hacer universidad, con otras universidades que transcurren en los mismos pasillos de la UNER, bajo el mismo nombre. Cada una de éstas universidades, que tan bien se han graficado en los sucesos del precedente Consejo Superior, conciben otros modos de forjar conocimiento, otros discursos hegemonizan sus argumentos (el de la legalidad, el de la ciencia e incluso el de alguna nostálgica experiencia devenida en un saber de tradición), otra es su manera de trabajar con la diferencia. La pregunta que abre este breve litigio de formas es el pensar cómo nos involucramos en este sistema, qué estamos haciendo en el transcurso vertiginoso de esta experiencia en gestación, haciendo visibles muchas de las prácticas que estamos llevando adelante intuitivamente en nuestra desesperación por abrir espacios en donde se discuta, se oponga, se intercambie, se construya. Siendo en gran medida todo esto el síntoma de una necesidad de discusión y edificación que no ha podido tener lugar en otras instancias de la universidad y que encuentra en la problemática minera la carga suficiente (o he de decir la indignación suficiente) como para aunar esfuerzos y deseos postergados, para hacer lo que debería ser un patrón común de acción universitaria: poner en crisis las pétreas estructuras y a partir de ésta crisis, y de la incorporación de nuevas voces que exceden tanto nuestros edificios como la matriz escueta del conocimiento “calificado”, generar conocimiento genuino.

El nuevo Cientificismo y la crisis de la experiencia

Como primer punto, podemos comenzar por preguntarnos ¿Por qué aquel anquilosado discurso cientificista al que se sometió en otros tiempos (quizás hasta los ’70) a réplica en torno a la peligrosidad de su asepsia política no volvió a asistir al debate? ¿Acaso el tecnicismo ganó la partida política en las universidades o simplemente cada singular caso ha trabajado con estos discursos sin que ello repercuta en un uso generalizable? El momento que estamos transitando demanda no sólo una vuelta al encuentro con este discurso sino un tratamiento completamente distinto sobre el mismo, justamente sobre los usos que le damos a la producción científica procurando su divorcio con la “expertes”, que no hace más que capturar el conflicto para producir nuevos informes.

Es preciso interpelar su ficticia externalidad indagando sobre nuestras formas de producir nuestra narratividad científica; finalmente ¿cómo resolvemos el salto existente entre el tener experiencia y el hacer experiencia en la producción del conocimiento que consumimos en nuestros argumentos políticos? Giorgio Agamben atiende a esta dualidad como un tópico en la cultura actual “(…) una vez que la experiencia comience a ser referida al sujeto de la ciencia, que no puede alcanzar la madurez sino únicamente incrementar sus propios conocimientos, se vuelve al contrario algo esencialmente infinito (…) algo que es posible hacer y nunca llegar a tener, nada más por el proceso infinito del conocimiento.”[1] En otras palabras, aquella referencialidad recíproca que logra el hombre moderno entre experiencia y conocimiento lo lleva prontamente a un estado de obnubilación tal donde el sujeto se sitúa en una carrera sin metas, donde el quehacer científico acumulativo deglute las posibilidades de contener la experiencia y volver a ella. El tener la experiencia supone en cambio una relación con el otro, con otros saberes, que existe en tanto se respeta la distancia entre la acción y su apropiación discursiva, posibilitando -en un tercer momento- un retorno constantemente diferente a la acción inicial bajo una nueva discursividad. En este movimiento, de permeo pero no de completa identificación con la alteridad, se provoca la formación genuina. Esta formación propiciada en el diferir es solo posible bajo la mediación de cierto tiempo. Sostenemos a rajatabla que la teoría y la práctica son dos partes inseparables de cualquier tipo de producción, sin embrago cuesta comprender que sus dinámicas no son las mismas, que están reguladas socialmente de modos distintos y que para romper tales formas de reproducción la estrategia tiene que ser pensar por afuera del binomio instalando el eje problemático en otro sitio. Cuando abrimos esta disyuntiva entre tener y hacer experiencia nos atraviesa espectralmente la aporía de la división entre la acción y el pensamiento, propongo sacar de foco esta última parcelación (que en su revisión casi siempre conduce a respuestas tautológicas) para analizar las movidas que genera tal o cual experiencia de apropiación del conocimiento. Atendiendo a ello la preocupación del filósofo italiano por la pérdida posmoderna de la experiencia es algo que nos convoca plenamente, ya que tener la experiencia presupone, por una parte, conservarla narrativamente, delegarla, hacer con ella y recuperar sus productos, pero por sobretodo supone su democratización (encuentro diferencial con el otro). Si hemos perdido la experiencia es porque la hemos recortado a lo que nosotros podemos decir sobre ella, he aquí la posible llave a la pregunta por el fin de la oposición al cientificismo, es probable que nos hayamos convertido en excelentes cientificistas.

Reconozcamos ante todo que el dato no es el conocimiento científico, siendo éste quizás la cara más visible el tópico más significante es una estructura de acreditación y autorización, que no es ya la autoridad de la experiencia en su sentido más arcaico sino de la experiencia de haber hecho conocimiento sobre el tema, no importa si ayer, no importa si hace diez o treinta años. Es curioso en este punto ver como se ha creado la eficaz apariencia que enlaza lo perenne con el conocimiento científico convalidado como tal y lo efímero con todos los demás procesos de producción de saberes, esto es solo posible mediante la estructura de autorización que naturaliza, reactualizando su utilidad, ciertas formas específicas de validez.

El proceso de reactivación de la autonomía universitaria que ha iniciado la cuestión de la alumbrera puso de facto la problemática de la autorización sobre el tapete, y si este conflicto nos sirve para hablar de los modos en los que se produce conocimiento en la universidad ha sido porque el grupo movilizado ha puesto en litigio las formas mismas en las que se ha expresado el conflicto -como propondría Rancière-, las formas en las que se genera el conocimiento que enuncia y que acalla el problema de la explotación minera. Poniendo en jaque las reglas de construcción de decibilidad, acentuando que hay un nuevo ustedes y un nuevo nosotros, que no queremos lo mismo, no aceptamos lo mismo, no buscamos lo mismo y (en lo que ha este litigio respecta) no producimos lo mismo. Derruyendo así las expectativas de las dinámicas de autorización, en un movimiento transversal que busca llegar a los afectados inmediatos y no tanto, incorporándonos en una lucha que nos contempla y nos trasciende. De éste modo condensar otro tipo de capital político, uno que esté en relación intrínseca con el conocimiento y sus nuevos flujos abiertos por los nuevos usos, estas jugadas inaugurales que nos abren la cancha.

La importancia de poner en cuestión estos lugares asegurados desde donde se dice y se decide con la autoridad del espacio ser refleja como la manera más contundente de asegurar la estela de esto que ahora es un cimbronazo político. Después de todo de este cambio de papeles, guión y directores es de lo que se trata la política.

Autonomía universitaria

¿Qué es la autonomía sino esta capacidad de ponernos en cuestión? De erguir de vez en cuándo las palabras muertas, no con austera parsimonia sino con muestras de incisivo agravio ¿Qué era esto de la representación? ¿De la participación activa? Entendamos que aquella política que vela por la salud de nuestra gobernabilidad universitaria es la misma que tramita nuestras formas de producir conocimiento. Podemos concebir así que si bien la hegemonía de ciertas formas discursivas ha sido una marca de algunos tipos de argumentos conservadores, no son las formas en sí sino sus pretensiones determinantes las que juegan políticamente.

Una cooptación escandalosa de los espacios es lo que nos indigna, y hemos de distinguir entre esta sutura del campo de acción (que cree poder evitar las incomodidades de la democracia) y las marcas de los discursos que utilizan estas personas para hacerse eco. De esto se desprenden estigmas conceptuales, “legalidad” y “exactitud” no son malas palabras pero también sabemos que pueden no ser inocentes, la propuesta: politicemos. Incorporemos estas palabras dentro de una universidad (y una forma de producir conocimiento) que sea además legítima, representativa (desvinculando la palabra de su mera atadura procedimental; se es representativo cuando se participan las decisiones, las estrategias son múltiples), múltiple, dinámica y que comprenda que su práctica política forma conocimiento. Que la relación es vinculante, y que si sacudimos la pétrea estabilidad de una reformulamos la producción de la otra.

El derecho y la doctrina científica son vivos ejemplos de la apropiación de estos significantes que debemos recuperar. Tenemos así los datos de un discurso científico condescendiente y estéril: nos dicen siniestramente que la historia ha demostrado que algunos experimentos científicos aberrantes tuvieron efectos provechosos para la futura medicina, que los niveles de contaminación están en parámetros “aceptables”, que la reactivación económica compensa las pérdidas ambientales, estos argumentos no pueden ser los del discurso científico (no siendo ni la sombra de aquél cientificismo peligroso que en otros momentos los movimientos tenían como enemigo) sino los de sus vicios de dominio desnudos de toda fuerza retórica, explicativa. Lo importante aquí son nuestros usos, podemos rebatir con el mismo lenguaje poblado de imágenes mucho más corrosivas, sabemos que la Minera Alumbrera Limited consume 65.000 litros de agua por minuto, usa el 87% de la energía que utiliza toda Catamarca, que Tucumán recibe 70 toneladas por hora de residuos sólidos (con sustancias tóxicas y elementos aún no analizados) provenientes de esta central de contaminación, etc. Está también el lenguaje de una legalidad encarnado en nuestro Consejo Superior que se acredita la capacidad de vincular cooptación con consenso y, aún más, que se cree con el crédito para suturar una discusión que la ciudadanía universitaria ha abierto en su seno. Podemos también contestar jurídicamente sabemos de las tramoyas legales que hacen posible el funcionamiento de la alumbrera, sabemos del lavado de dinero y también de la legitimidad, como una pata troncal de la representación (si la representación no es legítima no hay legalidad que pueda sostenerla), que se omite inescrupulosamente por miedo a librar batallas que no se pueden ganar. El construir desde la diversidad es pensarse edificando desde este registro estallado donde nuestra negatividad no se identifica puramente con un discurso específico sino con el abuso del mismo, con una intención, con ciertas movidas que nos colocan en una desnudez obscena donde la universidad tras un pestañeo no es el oasis inmutable que rodaba en el imaginario.

Pensarnos, las imágenes de la contaminación

Al comienzo, consciente o inconscientemente, siempre hay una imagen. Podríamos hablar de una imagen que funda y nos atraviesa, que fija un sentido dominante, que ha perdido su carácter alegórico para generar unicidad. La universidad argentina, luego de las extirpaciones quirúrgicas de las reformas de las últimas décadas, después del amansamiento gerencial, ha comprado imágenes de origen que graban dichas modificaciones. La universidad es de pronto una isla, el último bastión de la razón ilustrada que siempre lleva las de perder cuando quiere mostrar la verdad a la sociedad, la universidad es autopoiética, superior e incomprendida y está destinada a ver la repetición trágica de la realidad de manos atadas. No tan lejos de esta perversa analogía se encuentran otras imágenes, la universidad quizás refracta la sociedad, es la sociedad, y por ende puede nombrar su acción con la capacidad enunciativa de esta parte/todo que sigue comprendiendo mejor que nadie las afecciones y las soluciones de lo real. Finalmente también hallamos en el registro simbólico de esta herencia mutilada de los lugares de la universidad la sensación de que estamos empantanados, ciegos de tanta cercanía, mirando sin ver la repetición incesante, sabiendo lo que se viene y sin que ello nos provoque ya nada, alienados. Sin darnos cuenta nuestra escena fundante se ha convertido en un vacío decepcionante que se muerde el rabo, en el mejor de los casos compartimos la insatisfacción.

Pero ni la isla en el medio de la nada, ni la inacción por la miopía de esto que nos empapa puede adjudicar un comienzo sino la pura reproducción de una crítica que no es tal en tanto se resguarda, como oprobio de su ego, la mónada de la cual produce. Un sitio siempre igual a sí mismo. ¿Qué consumimos para llegar a eso? ¿Bajo que parámetros estamos produciendo conocimiento? ¿Será que en el vértigo de juntar vales, estar en mil lugares y en ninguno, retacear instantes de estudios, nuestra mirada creyó el mito de su autosuficiencia?

La problemática de la explotación minera nos recuerda nuestros riesgos, nuestra relación intestina con el peligro que supone plegarse sobre sí. Ulrich Beck ha trabajado en este sentido con la experiencia del límite que nos es recordada a diario por los abusos medioambientales, la forma en la que hemos naturalizado que tantas vidas dependan de una decisión; un mundo donde pareciera no haber responsables porque todos somos en última instancia responsables hace caer sobre el capítulo del progreso de la modernidad la faz de su perversidad. He aquí una nueva imagen que acompaña a la idea del pantano, nadie debe dar respuestas en un espacio donde las causas y los efectos son intercambiables. El manotazo de ahogado es la distancia, pero no aquella que marcábamos al comienzo que permite volver a la experiencia de un modo distinto, no, se abre una distancia abismal de resguardo, de inmunización -como diría Esposito. Los ciudadanos de Andalgalá y de Belén no tienen entonces nada que ver con nuestra formación, son un Otro absoluto, son un caso analizable. La gente, organizaciones, grupos, que se movilizan por los abusos de la Alumbrera, por la proliferación de los monocultivos, por las diversas penetraciones (ecológicas, culturales, políticas, económicas), son personas con buenas intenciones que se van contra molinos de viento, porque queda bien o porque no entienden la marcha de la historia. La obra es muy decepcionante, los actores se han dormido. Pero la peligrosidad nos recuerda, dijimos, nuestros límites; lo que desconocen (o lo que temen) los precursores de un discurso tan laxo y adherente, tan perfectamente cómodo, es que en el fondo, aún antes de que nos importaran las imágenes que consumimos, hay ruido. La universidad con sus instancias de desacuerdo es un lugar esencialmente perturbador, y si bien podemos crear la apariencia de una inmunización externa es imposible inmunizarnos de nosotros mismos, así como es insostenible eludir eternamente aquellas posibilidades que nos abre incansablemente este espacio de correr los bordes que sustentan los formatos establecidos.

Esta universidad, la nuestra, estalló sus imágenes, aquellas con las que convive a diario, y dijo que no: produjo conocimiento.



[1] Agamben, Giorgio, Infancia e Historia, Adriana Hidalgo ed., Buenos Aires, 2007, p.24

Para una declaración universal de independencia de las universidades

Por el comité de redacción de los artículos para una declaración universal de independencia de las universidades. Universidad de París VIII


Preámbulo :

No hay obligaciones superiores en fuerza a las que la inteligencia humana, que las ha inventado todas, ejerce sobre sí misima bajo la forma del pensamiento. El pensamiento más potente es el más exigente. Verdad y creación, belleza y justicia, razón y desrazón, son algunos de los nombres que los hombres han dado a esta exigencia. Artes y ciencias, técnicas y oficios : todas las disciplinas llamadas a asegurar su inquietante existencia son sus diferentes expresiones. Todo poder político, religioso, económico o de otra especie que rechazaría someterse a esta exigencia está condenado a perecer.

Considerando que esta exigencia y las condiciones de su ejercicio no deben desaparecer ni cancelarse con los poderes que se sirven de ellas pretendiendo servirlas ; considerando que las universidades son responsables en este aspecto ante los pueblos presentes, pasados y por venir, nosotros, que hemos participado de un modo u otro en el ejercicio de estos derechos y deberes universales del pensamiento, nos hemos propuesto enunciar los puntos de intransigencia a los que esta exigencia nos obliga.

Artículo I : La independencia del pensamiento consiste en poder experimentar bajo sus determinaciones propias los encadenamientos de conocimiento productores de obras y saberes. Así, el ejercicio de esta independencia no tiene más límites que los que aseguran a otros la posibilidad de poner a prueba, certificar y evaluar su validez. Estos límites no pueden ser determinados más que por una comunidad de iguales en torno a la independencia del pensamiento.

Artículo II : Todo hombre y toda mujer posee en todas circunstancias un derecho imprescriptible a verificar la igualdad de su inteligencia con la de cualquier otro.

Artículo III : La independencia del pensamiento es compartida por todos aquellos a los que compromete en una investigación, una enseñanza o unos estudios. Esta independencia debe ser la misma para todos, sea cual sea su lugar en la universidad, su procedencia nacional o social, su pertenencia confesional o étnica, su edad y su identidad sexual.

Artículo IV : La universidad se compone de la pluralidad de las lenguas y las culturas. Su misión es contribuir a la continua creatividad de éstas.

Artículo V : La universidad favorece y promueve la libre migración de las personas y los pensamientos.

Artículo VI : La libre circulación de pensamientos y saberes reposa sobre un derecho incondicionado a acceder a todos los medios y fuentes del conocimiento. Ninguna censura podría restringir las fuentes movilizadas para su desarrollo.

Artículo VII : Cualquiera que se comprometa y contribuya a la investigación, la enseñanza o el estudio, debe poder experimentar un pensamiento crítico sin ser objeto de ninguna censura, represión o inquisición.

Artículo VIII : La universidad sólo existe fuera de los espacios controlados por las fuerzas del orden o de cualquier otra fuerza armada. Su espacio se sitúa allí donde ella puede reunirse libremente.

Artículo IX : El valor de un pensamiento ordenado por la obligación de lo verdadero reposa únicamente sobre las exigencias que debe a su puesta a prueba. Su evaluación en la universidad corresponde a quienes sostienen esta exigencia en la investigación, la enseñanza y el estudio : es pública y sujeta a contradicción.

Artículo X : Las misiones de la universidad son misiones públicas. Como tales deben ser garantizadas.

Artículo XI : La política científica sólo está regida por la producción de obras y de herramientas del conocimiento. Ninguna obligación de retorno de la inversión puede determinar el curso de esta actividad ni la magnitud de la financiación que reclama. Corresponde a la potencia pública garantizar su autonomía.

Artículo XII : Ninguna persona deseosa de proseguir unos estudios debe ser obligada a renunciar por razones de organización financiera o práctica de la universidad. A fortiori no puede ser obligada a hipotecar toda o parte de su vida, ni a aceptar ataques a su dignidad. Al contrario debe recibir toda ayuda material necesaria.

Artículo XIII : Toda persona que trabaja en la universidad pertenece de pleno derecho a una comunidad que concede a todos igualdad de derecho y de respeto.

Artículo XIV : Entre los centros de enseñanza, de investigación y de creación, sólo se llaman universidad aquellos cuyos dispositivos tienen por objeto superior volver efectivos estos principios.

Artículo XV : Toda sociedad, todo Estado, que contravendría a estos principios, sería conocido por no tener universidad.

Artículo XVI : Toda universidad deseosa de aplicar estos principios posee un derecho a establecerse bajo la protección extendida de otras universidades y organismos internacionales. Toda universidad signataria de esta declaración se compromete a aportar su apoyo a quien se lo pida, sobre la base de los principios enunciados.

UNER – Minería a Cielo Abierto Contaminación, Saqueo y Complicidad

Por Comisión Interclaustros Universitaria contra los fondos mineros

Intelectuales No Muy Alumbrados por Unos Cobres

A fines de 2008 llegaron por primera vez a la Universidad Nacional de Entre Ríos los fondos provenientes de la explotación minera “Bajo La Alumbrera”. Hasta ese momento la megaminería era un tema ajeno a nuestra universidad, a pesar de que las Asambleas de Vecinos y otros movimientos sociales de la región cordillerana llevan años enfrentando las iniciativas de las transnacionales y sufriendo los efectos de las mega-explotaciones. En aquel momento, durante la reunión del órgano directivo de la UNER, los Consejeros Superiores discutieron si recibir o no estos fondos, y finalmente decidieron --casi por unanimidad-- la aceptación de un millón de pesos a distribuir entre las 9 facultades que integran nuestra universidad.

Fundamentaron así: es legal recibir los fondos porque están asignados por una ley vigente. En cuanto a las denuncias presentadas otorgaron el “beneficio de la duda” ya que afirmaban desconocer la existencia de estudios técnicos para certificar si efectivamente Bajo La Alumbrera contamina o no. Como se puede advertir en este argumento, muchos universitarios llegaron tarde a descubrir datos de dominio público, mientras que otros patearon la pelota para adelante (su confesión de ignorancia es inadmisible considerando formación y ámbito de trabajo). En aquella reunión se designa también una comisión para efectuar un estudio técnico que permitiese dirimir científicamente esta cuestión.

A lo largo de 2009 se acrecentó la difusión de información sobre la minería a cielo abierto: el modo de extracción de los minerales y su impacto sanitario y ambiental, las leyes vigentes, la distribución de beneficios y pérdidas, etc. Estos temas se incorporaron en el contexto de las eternas discusiones sobre la situación de la Universidad: su financiamiento a cuentagotas, la autonomia de fantasía, el carácter mercantilista de la formación adquirida en sus aulas, los propósitos de las investigaciones que no parecen apuntar a la resolución de los problemas regionales, entre otros temas.

Muchos universitarios de la UNER nos sensibilizamos con este tema al intercambiar documentos y opiniones, a través del correo electrónico y mediante encuentros entre grupos de activistas. Uno de los primeros textos que leimos fue el acta de la discusión del Consejo Superior de fines de 2008, con el cual se disparó nuestra indignación, y también informes elaborados por docentes, investigadores y figuras públicas como Perez Esquivel y el biólogo Raúl Montenegro. Es preciso remarcarlo: no había que urgar en sotanos de bibliotecas olvidadas, ni era preciso lanzarnos a ubicar expertos inaccesibles para encontrar indicios sobre el impacto de la megaminería. Bastaba con ponerse en contacto con los movimientos sociales o incluso --dentro del propio sistema universitario-- con los investigadores que trabajan sobre estos temas. Pero es más habitual perseguir convenios empresarios que vincularse con la plebe.

No Sólo Explota el Verano (y Otras Referencias Ambientales)

Casi un año después, para la reunión del Consejo Superior de Agosto de 2009 se trata nuevamente el tema, que para este año son 37 millones que se distribuyen entre las UUNN, de los cuales le tocarían a la UNER 820 mil pesos. Como para ubicarnos: el presupuesto de nuestra universidad en 2009 es de unos 100 millones de pesos, el 95% correspondiente a sueldos. De modo que los fondos provenientes de la minera representan menos del 1% del presupuesto total. Sin embargo, si sólo se considera la porción destinada a gastos no salariales (desde la compra de equipamiento, tonner y biromes hasta la construcción de aulas y el pago de la luz y el teléfono) el porcentaje que representa la plata de Bajo La Alumbrera se eleva al 16,4% (de los 5 millones de pesos destinados a estos fines). Ya deja de ser tan insignificante para convertirse en una suma capaz de tentar voluntades. Los 5 millones de pesos de las arcas ilustradas son tan insuficientes que convierten a los universitarios en langostas famélicas dispuestas a fagocitarse cualquier residuo, sin condiciones.

La megaminera utiliza un fuerte operativo de prensa para disfrazar su acción e impacto mostrando bellas cifras de inversiones, contribuciones al fisco, cuidado ambiental y generación de trabajo. Necesita esta fachada para que no peligre su permanencia, para no resultar expulsada por la potencia del rechazo social. Pero veamos algunos detalles: entre 1995 y 2003 invirtieron la astronómica cifra de 1400 millones de dólares, lo cual puede parecer una contribución respetable a la vida económica de la región. Sin embargo ese dinero lo recuperan en muy poco tiempo de exportaciones de concentrado de cobre: la empresa de capitales extranjeros Minera Alumbrera Limited se queda con el 80% de lo que declaran exportar y con el 100% de lo que envían al extranjero sin declarar (puesto que no hay ningún tipo de control sobre lo que sale hacia el exterior). La vida util del yacimiento es de unos 20 años, con lo cual ya vienen gozando de ganancias puras y casi sin cargas fiscales, ganancias que seguirán llevándose durante mucho tiempo.

Se puede corroborar la existencia de procesos judiciales que avanzan a pesar de la corrupción que están en condiciones de alimentar y de las presiones que estos grandes capitales son capaces de generar sobre la justicia. Están documentadas muchas denuncias de contaminación y se cuenta con pericias realizadas por distintos organismos (desde Gendarmería hasta la Comisión Nacional de Energía Atómica) que certifican la existencia de peligro y de daños. Por este motivo está procesado el vicepresidente de la empresa, Julián Rooney. ¿Por qué está procesado el vicepresidente y no otros directivos de la misma empresa? La respuesta la da el fiscal federal de Tucumán Gustavo Gomez: “Porque, aunque parezca mentira, no sabemos quiénes son. Los registros de la AFIP no estaban actualizados y los de personería jurídica, menos. La Alumbrera tiene domicilio en una isla del Caribe” (1).

Universitarios con Síndrome de Argumentos Escasos

¿Qué decidió el Consejo Superior de la UNER en agosto de 2009, cuando discutió nuevamente si aceptar o rechazar los 820 mil pesos provenientes de YMAD? Optó por recibir nuevamente los fondos, a pesar de que la Comisión especialmente designada para investigar si Minera Alumbrera Limited contamina nunca presentó ningún dictamen (espejismo que demuestra que su creación fue una farsa para ganar tiempo), a pesar de la sólida argumentación esgrimida en contra de los fondos mineros, a pesar del pedido expreso de más de 130 docentes que solicitaron rechazar este dinero y a pesar de que no cabe exculparse aduciendo ignorancia.

La diferencia respecto de 2008 fue lo ajustado de la votación: 15 por la aceptación, 11 por el rechazo y 1 abstención. ¿Por qué, cuando ya disponemos de suficiente información aún existen dieciseis consejeros que prefieren convertir a la universidad en cómplice del saqueo y la muerte? Entre éstos, resultan llamativos los votos de los representantes de Bromatología (esta facultad se encuentra en la emblemática ciudad de Gualeguaychú, tan cercana a Botnia), y de Ciencias de la Salud, que en la localidad de Concepción del Uruguay dicta la carrera de “Licenciatura en Salud Ambiental”.

Al argumento de quienes lavan su conciencia resguardándose en la legalidad de los fondos contraponemos la emergencia de la siguiente asimetría: cuando se trata de la defensa de los trabajadores, de los movimientos sociales y del medio ambiente, las leyes no se respetan tanto. El Estado se revela como Estado de clases toda vez que con las herramientas legales, o sin ellas, mantiene su apoyo y sostén al gran capital y a su estructura subsidiaria. Estos derechos se garantizan menos que cuando hay que proteger al Gran Capital y a los dueños del Poder. Por dar un solo ejemplo del contraste: la Ley “Banelco” sigue flexibilizando a los trabajadores mientras que la Ley de Glaciares sufrió el veto presidencial.

El ejercicio de los derechos, en condiciones de igualdad, se actualiza –como ya sabemos- cuando la plebe resiste.

Las Facultades Contraatacan

La Universidad actualmente dista de ser un espacio gobernado por la argumentación, el conocimiento y la racionalidad. Sus órganos de gobierno padecen una democracia desnutrida, con una representatividad al menos dudosa y más interesada en acoplarse al mercado que en defender los derechos humanos, excepto en lo declarativo. Su presupuesto “genuino” (aquel proveniente del Tesoro Nacional y que tiene potestad de distribuir internamente) es tan minúsculo que están comprometidas sus actividades de docencia, investigación y extensión. La perversidad del sistema es tal que lo pequeño del botín no invalida las mezquinas disputas por su apropiación. Sabido es, además, que hace años esta política ha sido acompañada por el despliegue de diversas formas de financiamiento estatal y privado cuya aceptación viene lesionando hace tiempo la autonomía universitaria. Programas especiales financiados por la Agencia tras los que corren los funcionarios de las distintas universidades presentando proyectos ad hoc, obviamente compitiendo entre sí y bajo condiciones de control estatal específico; instrumentación de “servicios a terceros” cuya “prestación” ofrece a ciertos institutos o facultades un “propio producido” que los ubica en condiciones de privilegio respecto de quienes, por diversa razones, no han comprendido aun que el conocimiento puede ser la mercancía más rentable. Esta mercantilización de las prácticas universitarias (que se observa también en la práctica de la investigación “incentivada”) está a la base del retroceso de la comunidad universitaria como un colectivo autónomo.

Por ello, de contar con suficiente presupuesto, cabría preguntarse por la existencia de voluntad para contribuir a cambiar la realidad.

Tras la decisión del Consejo Superior de la UNER, de aceptar nuevamente los fondos en 2009, muchos universitarios no se desmovilizaron y algunos espacios resultaron propicios para revertir la situación. Se acrecentó el debate sobre los fondos mineros en varias facultades. La Facultad de Ciencias de la Educación fue la primera en rechazarlos formalmente. Posteriormente se decidió lo mismo en Ingeniería. Fue algo inesperado en esta facultad: la presencia de docentes y estudiantes en la reunión de su Consejo Directivo seguramente fue determinante para que no llegue siquiera a enunciarse moción alguna por la aceptación de los fondos, con lo cual se resolvió por unanimidad el rechazo. En Trabajo Social, donde más se enraizó el movimiento contestatario, se produjeron muchas reuniones y discusiones sobre cómo avanzar.

Se esperaba con expectativa la siguiente reunión del Consejo Superior, el 9 de septiembre de 2009. Ya había tres facultades (de las nueve) que explícitamente se pronunciaron en contra de los fondos mineros. La recientemente conformada Comisión Interclaustros Universitaria continuó elaborando comunicados, afiches y volantes, y también recolectó dinero que permitiese viajar a Villaguay, en el centro de la provincia, para estar presentes durante las deliberaciones. Sin embargo el rector Asueta suspendió la reunión programada con muy poca anticipación. Probablemente para esa fecha el oficialismo no estaba en condiciones de asegurarse un triunfo. La votación anterior había sido muy cercana y en esta oportunidad algunos que anteriormente habían votado a favor debían cambiar su voto de acuerdo a lo expresado en sus facultades.

Dos días antes de la reunión de la ansiada reunión del Consejo Superior, recibimos buenas noticias: ese 22 de septiembre la Facultad de Bromatología en Gualeguaychú también se pronunció en contra de aceptar los fondos, en una ajustada votación (por 7 a 6). La situación había cobrado estado público y la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú había enviado una nota al Consejo Directivo de esa Facultad para apoyar el rechazo. Esa noche tuvo lugar en Paraná un carnaval contra los fondos mineros y dos días después un colectivo y tres autos partieron en comitiva hacia el interior de la provincia, para estar presentes en la reunión del Consejo Superior. Si los consejeros respetaban las decisiones de sus Consejos Directivos y Asambleas se presentía muy cercano un triunfo histórico.

Violencia y Epílogo

En Villaguay la idea era que los Consejeros acostumbrados a levantar la mano con impunidad sientan que sus representados no estaban mirando para otro lado. Allí, de cuerpo presente, los ciudadanos universitarios les recordarían que la democracia no puede asentarse sobre la destrucción del medio ambiente y el abandono de los pueblos a la voluntad de lucro del capitalismo. Desde temprano el Consejo Superior trabajaba en comisiones. Nos ilusionamos porque calculábamos que los votos nos favorecían. Sin embargo, para las 17:30hs comenzó el plenario y llegaron 3 consejeros que sellarían la complicidad de la UNER con la entrega del patrimonio y la muerte. El docente Gerard (posible próximo Rector), el estudiante Castagnini (de Alimentación, Concordia) y el estudiante Doratti (de Bromatología, Gualeguaychú) llegaron para participar del plenario y posteriormente votar. Ninguno de los tres presentó argumento alguno en favor de recibir los fondos. Tampoco lo hicieron la mayoría de los consejeros que votaron en igual sentido. A la mayoría de ellos se les escuchó la voz al votar. La minoría había estado fundamentando su posición durante más de 2 horas, a lo largo de la discusión. Finalmente el resultado fue de 14 a 12 votos. Frente a la violencia del silencio, ejercida por los votantes que condenaron a la UNER a la complicidad con el despojo, se desató la indignación de los estudiantes y docentes que habían presenciado todo, una ola de repudio encarnada en cánticos e insultos. La jornada terminó pasada la medianoche, cuando volaron algunos huevos en dirección a los consejeros que se retiraban.

Apenas concluida la sesión, los funcionarios de Rectorado difundieron un comunicado que acusaba a estudiantes, docentes, graduados y no docentes de ser violentos, de agresión, de “apriete”, haciendo referencias al pasado oscuro de la Argentina, referencias tan infelices como mandases. No hubo ninguna agresión más allá de los cánticos, aplausos o abucheos. No se tiraron piedras ni se encerró a nadie en el baño, ni a nadie se pretendió intimidar. Mas de 100 docentes, estudiantes, no docentes y graduados participaron de la sesión; si allí hubiera estado la intención de agredir ella se hubiera concretado fácilmente, por la sola fuerza del número. No hubo mas violencia que la del silencio, la de la imposición de mayorías conseguidas en la oscuridad, con representantes que votaron en contra de la decisión de sus representados, con ausencias llamativas. Sus fundamentos para votar la aceptación de los fondos no existieron, sólo la fuerza del número. Al decir de Hanna Arendt, la violencia es muda. La ausencia de argumentos, el no-decir, la ausencia de discurso, de un no poder discurrir en la palabra lo que se hace, y por ende, hacerse cargo de lo dicho (que es hacerse cargo de lo hecho) es el motor de la violencia, de la arbitrariedad y la injusticia.

Si cabe señalar algún Un aspecto esperanzador, es el de la incorporación a la discusión política de muchos jóvenes, la movilización y el activismo que este tema despertó en la UNER y en la ciudadanía. A pesar del traspié la lucha contra la minería a cielo abierto continuará, y también la puesta en cuestión de los modos de producción vigentes. El rechazo a toda ley que se dice tal sin nuestro consentimiento y el compromiso con una buena vida entre iguales, (que no otra cosa es el ejercicio de la autonomía universitaria) sigue estando presente. Por eso nos alienta la confraternidad de quienes sostienen y se sostienen en la aversión a consentir un mandato inmoral. Porque, como decía, Juan Ramón Jimenez, no hay odios irreconciliables, sólo repugnancias invencibles.

(1) Mu, el periódico de lavaca. Marzo 2009 / año 3 / número 22.

La historicidad de la actividad científica y la discusión acerca de qué ciencia: un programa de lucha política. Releyendo a Oscar Varsavsky

Por Alcia Naput y Oscar Vallejos

Toda escritura se sitúa en un tiempo histórico aunque no pretenda exhibirlo. La nuestra, en ocasión de referirnos reflexivamente a la obra de Oscar Varsavsky, no será una excepción. Involucrar reflexivamente nuestro horizonte histórico, desde las preguntas, los malestares, las críticas y las perplejidades, será parte de esta exposición, en relación con nuestro encuentro con esta obra que sabemos inscripta en una época, parte de una época. Pero también, la escritura de Varsavsky excede su tiempo allí donde colocando en primer plano la historicidad de la investigación científica y su politicidad, interpela nuestro presente.

El desafío de pensar a Varsavsky es doble: reconstruir (parcialmente y a pinceladas) la escena histórico-política e intelectual (la singularidad de un tiempo histórico) y acercarnos a la compresión de una personalidad singular. Hay en la obra de Varsavsky. un programa político y de estudio que suponen una discusión sobre el presente. Y cuando decimos programa político, tal vez debiéramos decir que hay una actitud política (más allá de las propuestas estrictamente programáticas para tecnología y ciencia) una voluntad y un sentido políticos en el que se inscribe la puesta en cuestión del contenido epistémico de la Ciencia y sus correlatos sociales. Ese cuestionamiento es constitutivo del vínculo y la responsabilidad política con su tiempo social[1]. Si pensamos con Rancière[2] que la política se construye en litigio con la lógica policial que distribuye los cuerpos en el espacio de visibilidad o invisibilidad y ordena la congruencia entre los modos de ser, los modos de hacer y consecuentemente los modos de decir entonces los actos políticos son actos libres, actos que crean un espacio y un tiempo, un tiempo distinto de las prescripciones estatales y de las exigencias del capital. Los actos políticos crean un nuevo espacio en tanto transforman la espacialidad en la que acontecen, en este caso la Universidad pública. Si la política existe es la posibilidad de no ser esclavos. En ese espacio politizado (la Ciencia en Universidad, la ciencia y la universidad) se lucha por la libertad y la igualdad[3]. Politizar la Ciencia es eso: convertirla en arena de lucha por la libertad y la igualdad, lo que involucra no sólo el sentido social de la existencia de Ciencia como institución sino su propia especificidad: sus cánones de evaluación, promoción, jerarquización, sus métodos y formas de organización. La querella intelectual que encarna Varsavsky conmueve instituciones, alineamientos, rutinas, designaciones, espacios compartimentados o separaciones, relaciones de poder. Es con el lenguaje de esa querella con el que tenemos que vérnoslas quienes leemos sus textos. Ese lenguaje hace presente aquel mundo de ideas y, en ocasiones, también su distancia del nuestro.

Escuchemos un poco a Varsavsky[4]:

El valor de un científico debería medirse por la calidad de su trabajo, la originalidad de sus ideas y la influencia que ellas tienen en sus colegas, por su capacidad de formar a otros más jóvenes, de crear escuela, por la intensidad y continuidad de su esfuerzo.

Todo esto es muy difícil de medir, de contabilizar, y hay que hacerlo para millones de jóvenes que aspiran a entrar a este grupo y para los centenares de miles que ya han ingresado pero cuidan celosamente que no se les postergue el reconocimiento de sus méritos.

El sistema ha resuelto este problema de una manera muy acorde a su ideología, usando como instrumento principal el paper.(…) Sin exagerar demasiado podemos decir que lo que el investigador científico produce para el mercado científico es el paper (…)

En base a esto se ha creado un mecanismo de ingreso y movilidad interna en este grupo (…) controlado por una élite cuya autoridad deriva en parte de sus antecedentes científicos y en parte cada vez mayor de su influencia sobre las fundaciones y otros proveedores de fondos (…)

Esta tendencia a usar sólo índices cuantificables es ya mala en economía, peor en Sociología y suicida en Metaciencia pero se usa porque es práctica (ej. Informe de la UNESCOp.117)

Resumiendo: cientificista es el investigador que se ha adaptado a este mercado científico, que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas políticos, y se entrega de lleno a su ‘carrera’, aceptando para ellas las normas y valores de los grandes centros internacionales, concretados en un escalafón.”

La mayor vitalidad y originalidad de la ciencia, dice Varsavksy: la encontramos en los críticos de la sociedad actual, ej: Marcuse, W. Mills…Hay lamentablemente una escasez de genio (de ideas que sean cualitativamente distintas) que asume su verdadera proporción cuando se la compara con la superabundancia de medios disponibles.” (hay, dice Varsavsky, toneladas de paper, muchos objetos pero menos ideas que antes)

A la vez afirma:

Hay bastantes motivos para confiar en que una nueva sociedad favorecerá el florecimiento de grandes ideas, y no por su interés en nuevas ramas de la ciencia sino por porque permitirá nuevos métodos de trabajo”.

Queremos aquí detenernos a pensar en la naturaleza “paradojal” o “contradictoria” de la situación social apuntada por Varsavsky: escasez de genio y superabundancia de medios; la vitalidad de la ciencia asociada a la producción crítica de la sociedad y el automatismo de la producción científica asociada a un proyecto modernizador; y la confianza en un futuro posible. En plena “edad de oro” del capitalismo, en la periferia, la escritura de Varsavsky expresa las claves de un tiempo paradójico: la modernidad y su contracara: la modernización.[5]

Marshal Berman sostiene que la modernidad “nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernas atraviesan todas las fronteras de las geografías y las etnias, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en ese sentido la Modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, 'todo lo sólido se desvanece en el aire.'”[6] En el siglo XX, los procesos sociales que dan origen a la vorágine de transformaciones científicas, productivo-económicas, comunicacionales, urbanas, manteniendo a la sociedad en un estado de continuo-perpetuo devenir han dado producido un tipo de funcionamiento social llamado modernización. La modernidad como aventura dejó paso a la modernización como rutina: el advenimiento del discurso de la inevitabilidad en el curso de la “globalización”[7]. La obra de Varsavsky habla este tiempo en que se prepara una nueva manera de entender la modernidad y la dinámica de la modernización. Varsavsky se inscribe en esa corriente moderna de vanguardia; es posible reconocerlo en esa tradición cuando leemos –no sin inquietud – que es preciso estudiar la “estructura de la rebeldía”; que el enfoque científico revolucionario no se propone tanto “describir una situación” sino preguntarse “cómo se controla”.

En las postrimerías del siglo XX (a partir de lo que Marcuse llamaría la sociedad opulenta) la idea de modernidad pierde su capacidad de organizar y dar significado a la vida de las personas. Y este acontecer, según Eric Hobsbawm, no es ni más ni menos que el triunfo de la lógica del capital – bajo los efectos de la extraordinaria explosión económica registrada durante la edad de oro y en los años posteriores – que, de la mano del abandono de la invención política, terminó por conformar un paisaje humano en el que es casi imposible percibir el sentido histórico de nuestra existencia. El cambio es percibido entonces, y paradójicamente, como un dinamismo social sin agentes sociales, sin sujetos.

Algunos creemos que esto no ocurrió sin lucha pero también que ello constituye una verdadera derrota cultural. Hemos abandonado la omnipotencia vanguardista (esta idea que expresaba Varsavsky) pero con ella se ha debilitado también la política, esto es: la imaginación y la construcción colectiva (que siempre se inscribe en una historia, se define en diálogo con un pasado) y sobre todo la polémica apasionada acerca del porvenir feliz, libre, igualitario. La radicalización del debate en torno a la imaginación y la constitución del porvenir, en torno a los sentidos de las prácticas presentes en relación con la construcción colectiva de un porvenir que merezca llamarse humano. Es en este contexto en el que se reinterpreta la política en clave de gestión estratégica y no de acción colectiva.

El texto de Varsavsky interpela nuestro presente en tanto enuncia una radical consciencia de la naturaleza política e histórica de la actividad científica y tecnológica. Sabemos de sobra que la tiranía militar trabajó denodadamente para enterrar aquel tiempo de promesa. Pero ¿qué ocurrió con la reconstrucción democrática a partir de ’83 en la Argentina? ¿qué ocurrió en este momento que podríamos comenzar a pensar como nuestro tiempo? ¿Qué sentido adoptó aquello de “modernizar política, económica y culturalmente la Argentina” (de los tiempos de la posdictadura)? En la transición democrática, creemos que se produce el triunfo de la rutina de la supervivencia, se pierde radicalidad, el cambio es: “recuperación democrática y modernización”. Y progresivamente ella se concebirá en los duros marcos del determinismo economicista (en el marco de la globalización[8]). Los debates acerca de las políticas científicas y tecnológicas tras el terror genocida (aunque haya voces que quieren nombrarlo) no conmueve la hegemonía establecida de la Ciencia. Al respecto, en un trabajo que analiza las políticas científicas y tecnológicas en la refundación democrática de la UNL, sostenemos[9] que la dimensión que no se hace visible es la de la construcción de la hegemonía. Como sostiene Laclau, en relación con las operaciones de la hegemonía podríamos subrayar que ella supone siempre relación de poder, además es “intrínseco al orden hegemónico que una clase o sector social presente sus propios objetivos particulares como los únicos compatibles con el real funcionamiento de la comunidad”, finalmente “para que haya hegemonía necesitamos que los objetivos sectoriales de un grupo actúen como el nombre de una universalidad que los trascienda; esta es la sinécdoque constitutiva del vínculo hegemónico” [10]

Podríamos pensar que en el período de refundación democrática se construye hegemonía en torno a la democratización de la universidad pero, como decíamos, dentro del régimen estatuido de producción de conocimiento científico: el contenido de “investigación científica y tecnológica” no es llamado a debate, ni hay desacuerdo, no se perciben disputas simbólicas de peso entre diferentes sectores, que se propongan como representantes de una u otra concepción o significado. La Universidad se encuentra al momento de la democratización con el CONICET con una estructura muy otra respecto de los años anteriores a la dictadura, en ese marco la Universidad lega al CONICET los mecanismos de la democracia formal y el CONICET aporta los cánones de la investigación científica: aquello que construye el sentido de la investigación científica y tecnológica.

En el documento-memoria de la SECYT del año ’89 se lee: “Desde el comienzo de de la gestión iniciada a fines de 1983, en el contexto general de la democratización, el CONICET aumentó cualitativa y cuantitativamente el apoyo a las tareas de investigación en el ámbito universitario. El sistema de subsidios a Proyectos de Investigación y desarrollo perfeccionó los mecanismos de apoyo y llevó su ayuda a lugares donde no había llegado antes, manteniendo criterios de exigencia científica.

(…) Con la creación del SAPIU sistema de apoyo para docentes universitarios, el CONICET, plantea un nuevo mecanismo destinado a producir cambios estructurales que privilegien al investigador universitario. (…) El docente que con dedicación exclusiva en la Universidad que es, a la vez, miembro de la carrera de Investigador del CONICET, realiza las tareas que el SAPIU tiende a promover. El docente con dedicación exclusiva que no es miembro de esta carrera pero que realiza investigación científica de la clase que promueve el CONICET, también queda típicamente encuadrado en el SAPIU.”[11]

“En el mundo de nuestros días emergió y crece drásticamente un nuevo factor que oscurece a los otros y da su perfil singular a la historia que vivimos. Ese nuevo factor es la tecnología. Aupada de la ciencia, la técnica impulsa el crecimiento vertiginoso de las posibilidades humanas.”[12]

La matriz desarrollista modernizadora se articula así con la autoridad asignada a la ciencia como tribunal último de legitimación. No se expone al debate, ni se tematizan las formas de producción de conocimiento científico y tecnológico, el papel de conocimiento (y de qué conocimiento) en el crecimiento y desarrollo económico, ni las condiciones del bienestar humano en ese contexto de espectacular crecimiento de la economía-mundo capitalista.

En la tierra arrasada tras el Terror de Estado no emergió la querella que Varsavsky encarnara acerca de la Ciencia, aquella que lo enfrentara agudamente con Gregorio Klimovsky o con Thomas Simpson. Aquellas acontecidas alrededor de tópicos como: el colonialismo científico, el significado de “importancia” de la ciencia, los alcances y sentidos de la objetividad de la ciencia en el contexto de justificación, la autonomía entendida como autonomía cultural y política de los científicos, (contra lo que Varsavsky llamaba seguidismo cientificista), la crítica despiadada a la hiperespecialización y a la competitividad como una forma de alienación en la práctica científica[13], la rigidez-reproductora de la estructura disciplinar; la responsabilidad del científico (“ni tecnócrata ni cuadro político; científico rebelde”); los intereses del país versus los de la empresa; la ciencia como aventura.(“colaboradora de la política en la construcción y preparación de un nuevo orden social”); la utilidad de la ciencia para el cambio social.[14].

Advirtamos los desplazamientos de sentido que acontecieron en relación con la autonomía y la utilidad en los años ’90. La autonomía se presenta casi como libertad de la Ciencia en un sentido liberal; esto es: casi en clave cientificista; y la utilidad aparece en el mejor de los casos como utilidad social de la ciencia en relación con movimientos sociales, empresas, estados, etc.; sin que la opción entre una u otra alternativa constituya un debate político y epistémico de primer orden para los científicos y tecnólogos.

La Ciencia y la vida aparecían tramadas inextricablemente en aquellos debates. Volver a la obra, al tiempo y a la figura de Varsavsky invita a pensar en la entidad biográfica del saber, del conocimiento. Re-visitar esa escritura y ese tiempo se piensa aquí como una incitación (sin garantías) a encarnar un debate en el que la imaginación del futuro y el lugar de las Ciencias en esa tarea compartida polémicamente, no es para los gestores o los políticos profesionales, es nuestra[15]. Ella involucra tanto la producción de un pensamiento reflexivo sobre las prácticas científicas, como la crítica radical de nuestro tiempo. Estamos pensando en trabajar responsablemente para que estos debates acerca de la práctica científica, sus sentidos, sus alcances sociales –en un país que sobrevive tan lejos de la igualdad y la felicidad para todos– se transformen en un debate social y político que nos involucre más allá de alguna presentación en tal cual congreso o encuentro académico.

Deseamos-apostamos a que ese debate social nos involucre, como investigadores, en la aventura de imaginar colectivamente una política capaz de sustituir (como decía Raimond Williams) la práctica de una sociedad determinada por un mercado, por la de una sociedad sostenida por su economía (como empresa humana).




[1] Parece interesante aquí apuntar para la conversación que ese compromiso lo ubicaba a Varsavsky dentro o en relación con un colectivo de intelectuales; sin embargo eso ocurría junto con voluntad de sostener (en ese espacio) una voz singular.

[2] Rancière, Jacques (1996): El desacuerdo. Política y Filosofía, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.

[3] Justamente, y esto es lo exponemos a la discusión, la politización en un sentido radical hace porosas las fronteras entre las Ciencias y redefine o mejor, interroga (como una cuestión de los científicos y tecnólogos) las relaciones entre Ciencia, Tecnología, Activismo político, Estado.

[4] Las citas de Varsavsky corresponden a Ciencia, Política y Cienctificismo, estudio prelimiar de Cristina Mantegari e Introducción de Miguel de Asúa, CEAL, Buenos Aires, 1994.

[5] Para comprender el contexto más amplio en el que se discute la tensión entre modernidad y modernización en Argentina, Cf.: Terán, O.: “Cultura, intelectuales y política en los 60” en Katzenstein, I.: (ed.) Escritos de vanguardia. Arte argentino de los años '60, The Museum of Modern Art, New York/Buenos Aires. Sobre la situación en la Universidad de Buenos Aires, Cf. Prego, C.: (2007) La Gran Transformación académica y su política a fines de los años '50. El proyecto de reorganización institucional y los inicios del debate del cientificismo en la Universidad de Buenos Aires” presentado al Primer Coloquio de Otoño: Ciencia y Universidad – Universidad Nacional del Litoral – Mayo 2007.

[6] Berman, M.: (1982) Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Madrid. Traducción de Andrea Morales Vidal, p. XI.

[7] A este respecto el cineasta R. Peck dice, desde Haití: “Vengo de un país que teóricamente no existe. Un país donde el debate intelectual se volvió un lujo y cada día pasado una victoria.(…) El capital ha ganado. El capital ha ganado todas las apuestas. Ha conseguido convencernos de que él solo era la verdad, él solo era la moral, él solo sabía hacer política. Mejor, nos ha convencido que lo político ya no es necesario. Pretende haber vencido sin violencia. Pretende haber vencido por persuasión, por eficacia histórica” del film “La ganancia y nada más” Francia, 2000.

[8] Eufemismo que reemplaza la trasnacionalización capitalista a escala mundial. La economía- mundo en términos de Wallerstein o de Arrighi.

[9] Naput, A. y O. Vallejos: (2007) “La política científica y tecnológica en la refundación democrática de la Universidad argentina. El caso de la Universidad Nacional del Litoral” en Actas del Primer Congreso Argentino de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes.

[10] Laclau, Ernesto: “ Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la constitución de las lógicas políticas” en J. Butler, E. Laclau , S. Zizek, Contingencia, hegemonía, universalidad. Diálogos contemporáneos de la izquierda, FCE, México, 2003, pp.62-63

[11] Publicación institucional de la SECYT Memoria crítica de una gestión 1983-1989, Buenos Aires.

[12] Idem, 8.

[13] Cito Varsavsky: “La competitividad se opone a la participación en un equipo de iguales, donde será luego difícil discernir la paternidad de las ideas y donde hay que renunciar a la comodidad de ignorarlo todo, salvo una especialidad limitada”

[14] Nuevamente Varsavsky: “El énfasis sobre las condiciones locales es esencial. Si se pretende hacer una teoría general de la revolución se habrá fracasado de entrada. Debe plantearse un problema de decisión dinámica: sabemos esto y aquello en la Argentina de hoy y de la situación mundial. El papel del científico no es reemplazar sino integrarse al Estado Mayor revolucionario, cuando existe, y usar su experiencia científica junto con la experiencia de los hombres de acción.”

[15] Para científicos pretenciosos, que deseen una buena vida, libre y feliz para todos los seres humanos y por ello: “con intereses múltiples”, inquietos, curiosos, aventureros y apasionados. (dispuestos a abandonar una especialidad para asumir otra!!! Como sostenía temerariamente Varsavsky).